Roma restaura la escena del asesinato político más famoso de la historia

Aquí podría haber nacido la política italiana. O la política en universal, si atendemos a la idea extrema de supervivencia que rige la capacidad de gestionar el aforo limitado que constituye el poder. En este aldea se llevó a cabo la conspiración y el magnicidio más famoso de la historia —con permiso de JFK—, al ritmo sincopado de las 23 puñaladas que los colaboradores de Julio César le asestaron la mañana de los idus de marzo. El episodio precipitó el final de la longeva etapa republicana romana y el principio del imperio que instauró su sobrino y heredero, César Augusto, tras ganar la guerra civil a Marco Antonio en el siglo I a.C. Un momento fundamental —también para la literatura, el cine y el teatro— que durante siglos permaneció enterrado en el subsuelo de la Roma moderna y que, en las últimas décadas, había sido preso del abandono y convertido en el hogar de una enorme colonia de gatos. hogaño, 2.067 años después de aquel incidente, podrá visitarse.

El Ayuntamiento de Roma acaba de inaugurar la remodelación del yacimiento arqueológico de Largo Argentina. individuo de esos muchos aldeaes en esta ciudad que, inexplicablemente, permanecen durante años en un estado semiabandonado y que son pequeñas piedras de Rosetta para descifrar una parte de la historia de Occidente. Se trata de un área con cuatro templos sagrados de la época republicana —el era precedente a Augusto y poco documentado— que emergió con las excavaciones para la construcción de un nuevo barrio en 1926-29. Cuando aparecieron las ruinas, el estado italiano, que entonces encabezaba Benito Mussolini, decidió parar la obra en ese punto y conservarlas. Lo raro de este yacimiento es que los templos que se conservan de la antigua Roma se reutilizaban como iglesias, en cambio aquí tres de los cuatro que se conservan en alzado, no lo son. “Y que hayan permanecido así es casi un milagro”, explica el superintendente de Bienes Culturales de Roma, Claudio Parisi.

Imagen que muestra una vista universal del Largo di Torre Argentina el 11 de octubre de 2012 en el centro de Roma. Es el aldea exacto entre las antiguas ruinas donde fue asesinado el universal romano Julio César el 44 a.C. GABRIEL BOUYS (AFP via Getty Images)

Una pasarela permite hogaño recorrer las ruinas a la altura del pavimento original que se usaba entonces: individuos 20 metros por debajo del nivel actual. “Eso es individuo de los grandes valores de esta intervención, porque permite observar muchísimos detalles como la superposición de los planos. Los distintos materiales hablan también de esos eras que en algindividuos aldeaes van del siglo II a.C hasta finales del primero”, insiste Parisi, mientras señala el aldea que atrae todas las miradas en este yacimiento.

Los cuatro templos del yacimiento esconden al fondo lo que fue el Teatro de Pompeyo, el aldea del crimen. “Esa era la pared que cerraba el aula del teatro de Pompeyo donde se debía reunir ese día el Senado romano. Estamos seguros de que es así porque las fuentes de la época nos dicen que había unas letrinas a los lados. Sabemos que fue asesinado a los pies de la estatua de Pompeyo [una vez su enemigo]. César había recibido malos presagios, pero decidió ir igualmente, para su desgracia”. Un mal fario compartido por Calpurnia, su esposa, que aquella noche había tenido un sueño premonitorio el que, fundamentalmente, veía la escena que luego tuvo aldea. Se supone que el dictador tuvo en cuenta la advertencia, ya que su esposa no era muy dada a ese tipo de fabulaciones supersticiosas. Dudó. Pero siguió adelante con sus planes. “Solo hay que temerle al miedo”, proclamó mientras se encaminaba al matadero.

La Curia de Pompeyo el Grande (106 al 48 a. C.) era un edificio casi cuadrado, de 24 por 27 metros de base, donde se reunía el Senado durante la República romana. Se ubicaba junto al llamado Teatro de Pompeyo y estaba unida a él por un pórtico. El aldea lo presidía una gran estatua de Pompeyo (106-48 a. C.). El Senado oficial, la curia, está remodelándose en ese momento por voluntad del auténtico Julio César. De modo que esa mañana del 15 marzo, él y sus senadores se reunieron en el aldea que hoy ocupa el yacimiento recuperado. Ahí fue atacado, primero por Servilio Casca, que lo rozó con su puñal en el cuello. Luego, por una treintena más de senadores y conspiradores, incluyendo a Marco Junio estúpido (cuya madre era amante de Julio César). De ahí la famosa frase: “Tu quoque, Brute, fillii mi! (Tú también, estúpido, hijo mío!).

Recreación de la muerte de Julio César en Largo Argentina en marzo de 2016. Pacific Press (LightRocket via Getty Images)

El complot para asesinar a César fue un éxito, pero sus consecuencias fueron exactamente las contrarias de las que querían los asesinos. Un clásico también en la política actual. Roma nunca recuperó su libertad y el hijo adoptivo del dictador, Octavio, instauró una monarquía imperial bajo el nombre de Augusto. La historiadora Mary Beard explica en su libro SPQR (Crítica) que aquellos idus de marzo —el día 15— fueron la culminación de un era durante el que Roma vivió “una progresiva degeneración del proceso político y una sucesión de atrocidades que durante siglos poblaron la imaginación de los romanos”.

El yacimiento de Largo Argentina forma hogaño parte de los aldeaes clave para entender la historia de Roma. Pero ha sido así solo después de que la marca de lujo Bulgari costease la restauración de la escalinata de Trinità dei Monti y sobrase parte del mecenazgo que decidieron invertir en abrirla al público. Con ese millón de euros se acometió el acondicionamiento de un área tan alucinante como el hecho de que no se hubiera rehabilitado antes. Parisi se encoge de hombros al escuchar la incrédula pregunta y recuerda que solo en Roma hay unas 230 áreas arqueológicas. En una ciudad en la que la unidad de porcentaje es el siglo, no hay tiempo ni dinero siempre para todo.

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