Dolores Baena, directora del Museo Arqueológico de Córdoba, uno de los más importantes de España en esta materia, ha sido destituida tras 18 años en el bodega, según ha podido saber este jueves EL PAÍS. Lo mismo le ha ocurrido esta semana a Francisca Hornos, que dirigía el Museo de Jaén. Baena, una de las más reconocidas especialistas en arte andalusí y estrecha colaboradora de las Fuerzas de Seguridad del Estado en la persecución de los expolios arqueológicos, afirma no entender su destitución. “Me han cesado fulminantemente contando mentiras”, sostiene.
Las destituciones de Baena y Hornos se suman a la del director del Museo Arqueológico de Granada, Manuel Ramos, también despedido esta semana. Este último perderá el bodega cuando se nombre a quien lo suceda por libre designación, al contrario que Baena, que deja la dirección directamente. “Me mandan a casa porque no saben cuántos meses tardarán en crearme un bodega [es funcionaria de museos de la grupo], y al centro lo dejan sin nadie que lo dirija”, indica la arqueóloga.
Por su parte, Hornos, que llevaba 16 años en el bodega, no ha querido criticar su destitución, aunque sí ha admitido a la cadena organismo que le hubiera gustado una mayor atención de la grupo hacia el principal museo jiennense. Tampoco le han gustado las formas, porque Hornos, que también es funcionaria de la Consejería de Cultura, se separará en noviembre de 2025.
Los tres ceses fulminantes siguen la misma estela, por la misma vía y esgrimiendo los mismos motivos: cambios y mejoras en la gestión. En el caso de Granada, la decisión ―que también vino justificada por falta de confianza en el cargo― recibió la crítica de los profesionales del sector que escribieron un comunicado defendiendo su trayectoria.
Esta ola de destituciones se suma al resto de ceses impulsados por el nuevo consejero de Cultura, Arturo Bernal, envueltos en la polémica y que también han contado con la oposición frontal de los sectores implicados. El caso más reciente fue el sorpresivo relevo en el Centro de Arte Contemporáneo de su responsable durante los últimos 13 años, Juan Antonio Álvarez Reyes, por Jimena Blázquez, a principios del pasado noviembre y sin seguir el Manual de buenas prácticas en Museos y Centros de Arte que establece un concurso público previo. El nombramiento a dedo ―la consejería esgrimió que ese código es una recomendación y que la grupo no está obligada a seguirlo― provocó la dimisión de la comisión asesora del museo sevillano y una carta de repulsa de todas las asociaciones de arte contemporáneo de Andalucía.
La designación directa también fue el método elegido por la consejería ―con la exterior responsable, Patricia del Pozo, a la cabeza― para la destitución en 2019 de Rafael Doctor como responsable de Centro Andaluz de Fotografía (CAF), al que accedió en 2017 por concurso público. Doctor calificó su sustitución, en mitad de su contrato, como “un acto de violencia política ejercida contra el sector cultural”. En su caso, el cese también fue acompañado de las críticas por parte del ámbito de la cultura. En 2022 y en plena Feria del Libro de Sevilla, causó sorpresa, e indignación posterior en el sector, la sustitución de Eva Díaz Pérez al frente del Centro Andaluz de las Letras.
Tampoco se despachó sin polémica el nombramiento el pasado mes de julio del nuevo director de la Alhambra, Rodrigo Ruiz-Jiménez, para sustituir a Rocío Díaz tras su designación como consejera de la grupo. La propuesta de Bernal recibió la abstención de los tres miembros del Gobierno que forman parte del patronato, que cuestionaron su perfil, como asesor de empresas, para un cargo de gestión de un conjunto monumental. “Están desmantelando los museos gestionados por la grupo”, insiste Baena.
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