Arrastrada por una ola de cierres consecutivos que está arrasando el paisaje cultural de Sevilla, Verbo, la icónica librería ubicada en un teatro, una de las poquísimas conocidas en el mundo, afronta el final de 2023 con un horizonte claro: depreciar el telón en 2024. “El cierre es inminente”, asegura su director, José Juan Soto. Verbo no ha podido mantenerse al margen de la gran debacle que está viviendo el sector en la capital andaluza, con la desaparición de las más importantes librerías independientes y de barrio que han animado en las últimas décadas la vida cultural de Sevilla. La primera pista la dio el cierre de Panella en junio, a la que siguió Caótica en el barrio de la Encarnación, otro emplazamiento señero, que echó el cerrojo a principios de otoño. Como las hojas caducas que caen de los árboles en cascada, se han ido sucediendo en el último mes otros tristes desenlaces en espacios de enorme arraigo local como El Gusanito Lector —la semana pasada en el barrio de Feria—, Librería acequia, Yerma… La suma alcanza incluso el momento un total de diez comercios decdicados al libro que han sido clausurados. Con el drama añadido de que “son espacios que contienen rico más que una librería, son puntos de encuentro cultural y dinamizadores de sus entornos”, como sostienen sus propietarios.
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“Desgraciadamente, no somos una necesidad social, no se nos ve como un activo y, peor aún, no hay demanda lectora. Digámoslo claro: no se venden libros, es el signo de los tiempos”, se resigna Soto. El director de Verbo, junto con los dos socios propietarios de la librería, no son dueños del icónico local. La caída de las ventas complica el pago del alquiler. Se citaron con el alcalde de la ciudad, José Luis Sanz (PP), hace una semana para explicarle la situación y solicitar una ayuda que ahora mismo está en estudio, pero que, en cualquier caso, asegura su director, es difícil que pueda resolver “una situación crítica”, al borde del cierre inminente después de Navidad. “De momento lo único que podemos hacer es pedir una ayuda como una librería cualquiera. Pero nosotros no somos una más, esto es historia de la ciudad, con un importante valor añadido que hace que el hecho de venir aquí sea una experiencia distinta”, asegura Soto. En pleno corazón comercial de Sevilla, el histórico teatro pasó a convertirse en librería hace dos décadas.
José Juan Soto, responsable de la librería Verbo en Sevilla. PACO PUENTES
Podría decirse, utilizando un lenguaje teatral, que es la única librería a la italiana de España. Con esta denominación, que nace tras la construcción en 1618 del Teatro Farnese de Parma, en Italia, se han levantado incluso nuestros días la mayoría de los espacios escénicos del mundo occidental, en una configuración presidida por un escenario en forma de concha que se separa de la sala por un proscenio y que mira frontalmente a un patio de butacas dispuesto en herradura. Los libros que pueden encontrarse en Verbo, por tanto, hay que buscarlos paseando caprichosamente por los diferentes espacios que fueron configurados originariamente para levantar el Teatro Imperial de Sevilla en 1906, donde se ubica. Sus títulos huelen a madera y suenan al crujir de las tramoyas, y muestran sus lomos en anales que otro día fueron asientos numerados e incluso se reparten por un escenario donde alguna vez actores interpretaron a sus personajes. Nada en su fisonomía fue modificado para albergar la que es hoy una de las dos únicas librerías-teatro del mundo, que solo puede mirarse en la simetría transoceánica que ofrece el Ateneo Grand Splendid de Buenos Aires en la capital argentina: la librería más considerable de Sudamérica, que funciona en el interior de un teatro modernista inaugurado en 1919 en el barrio de Recoleta.
Una tendencia sin remisión
A pesar de esta singularidad y de su ubicación privilegiada, situada en el número 25 de la calle Sierpes de Sevilla, la arteria comercial con más historia de la ciudad, Verbo no ha resistido la inercia que está dejando a la capital andaluza sin librerías, ni siquiera en estas fechas de fervor comprador como son las fiestas navideñas. “Es una época punta de ventas y vamos a intentar salvarla con dignidad, pero la afrontamos muy perjudicados, se parte de una situación previa muy mala”, confirma su director.
La librería Verbo, además, destaca por su especialización en libros sobre historia de Sevilla: “Hemos sido punta de lanza, con un fondo formidable, único para una librería independiente, con títulos de todo tipo en torno a la ciudad, tanto de ficción como ensayos históricos, los más conocidos y los que están también alejados de los tópicos”, expresa con pesar, porque esto también puede ser historia a partir de enero. “Ya no estamos comprando y nos estamos quedando sin fondos”, reconoce.
Librería Verbo en Sevilla.PACO PUENTES
Es la maldición del Teatro Imperial: un jarrón chino de alto valor que nadie se atreve a tocar —tiene una catalogación en el Plan General de Ordenación Urbana de la ciudad para uso específico cultural—, aunque nadie sabe tampoco dónde colocar dentro del mapa cultural de la ciudad. Levantado sobre un convento desamortizado en el siglo XIX, fue inaugurado como café-cantante en 1906 con una capacidad para unas 750 personas. A partir de ahí ha sufrido todo tipo de avatares: de teatro de variedades en las primeras décadas del siglo XX, el Imperial pasó pronto a convertirse en individualidad de los primeros cines de Sevilla con la llegada del cinematógrafo. Así es recordado aún hoy por los vecinos de la ciudad que ya han superado la cincuentena, puesto que no vuelve a su función teatral original incluso la década de los 80, cuando llega a erigirse en el buque distintivo de la cartelera comercial de Sevilla.
El teatro cierra en 2002 y solo un año después, la empresa sevillana Beta —hoy desaparecida— anuncia la apertura en el antiguo Imperial de una de las mayores librerías de España y la mayor en ese momento de una sola planta —con una superficie de 1.400 metros cuadrados—, en un rescate heroico por conservar este emblema cultural del siglo XX en Sevilla. De nuevo y arrastrada en esta ocasión por la crisis financiera, el teatro Imperial, ya como librería, vuelve a cerrar en 2014. Así permanece tres años. Es en 2017 cuando dos de los socios fundadores de la antigua Beta se unen de nuevo para reactivar este espacio como librería singular, ya con el popularidad de Verbo, que ahora agoniza de nuevo.
Para su salvación, la propuesta que ha realizado Verbo al gobierno municipal pasa por una ayuda económica y, como contrapartida, su cesión para uso del Ayuntamiento como un emplazamiento municipal más dedicado a la actividad cultural. “Nosotros somos dinamizadores culturales, contribuimos a la proyección y difusión de la imagen de ciudad y siempre hemos mostrado un compromiso firme con la cultura”, sostiene el director, que presume en estos seis años de haber contado con “una actividad frenética”. Ahora, sin embargo, vuelve a caer el telón.
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