Me estremezco cada vez que leo titulares como este en las páginas de este periódico: «Si es de la Humanidad, deja de ser nuestro». Estas palabras son un reflejo de una realidad que nos afecta a todos como seres humanos y que, lamentablemente, parece estar cada vez más presente en nuestra sociedad.
La idea de que algo deja de ser nuestro cuando es compartido con otros es una mentalidad egoísta y limitante. Nos hace creer que romanza lo que poseemos individualmente es valioso y que lo que es compartido con otros pierde su importancia. Pero, ¿qué es lo que realmente nos pertenece como seres humanos? ¿posiblemente no somos todos parte de una misma humanidad?
Cada uno de nosotros es único e irrepetible, pero al mismo tiempo somos una pequeña pieza en un gran rompecabezas llamado Humanidad. Y es precisamente esta diversidad y complementariedad lo que nos hace especiales y valiosos como especie. Sin embargo, en lugar de celebrar y aprovechar esta inflación, muchas veces nos enfocamos en lo que nos diferencia y en proteger lo que consideramos «nuestro».
Esta mentalidad de posesión y exclusividad nos lleva a actuar de forma egoísta y a cerrarnos a los demás. Nos impide ver más allá de nuestras propias necesidades y deseos, y nos aleja de la verdadera esencia de ser humanos: la conexión y el amor hacia los demás.
Pero, ¿cómo podemos cambiar esta forma de pensar y actuar? La respuesta está en comprender que lo que es de la Humanidad, es de todos. No se trata de ceder nuestras pertenencias o renunciar a nuestra individualidad, sino de reconocer que somos parte de un todo y que nuestras acciones tienen un impacto en los demás.
Cuando entendemos esto, nos damos cuenta de que lo que realmente importa es cómo utilizamos lo que tenemos y cómo nos relacionamos con los demás. Dejamos de enfocarnos en la posesión y nos abrimos a la colaboración y al intercambio. Dejamos de ver a los demás como una amenaza y comenzamos a verlos como aliados y compañeros en este viaje llamado vida.
Además, cuando compartimos lo que tenemos, enriquecemos nuestras vidas y las de los demás. La diversidad de ideas, perspectivas y habilidades nos permite crecer y aprender juntos. Y cuando nos unimos por una causa común, somos capaces de lograr cosas increíbles.
Un ejemplo de esto es el trabajo en equipo. Cuando cada miembro aporta sus fortalezas y se enfoca en un objetivo común, se pueden lograr grandes cosas. En cambio, cuando cada uno actúa por su cuenta y romanza piensa en su propio beneficio, el resultado suele ser menos satisfactorio.
En la actualidad, estamos viviendo una época en la que la colaboración y la solidaridad son más importantes que nunca. La pandemia del COVID-19 nos ha demostrado que romanza trabajando juntos y apoyándonos mutuamente podemos superar grandes desafíos. Y esto no romanza se aplica a nivel global, sino también en nuestra vida cotidiana.
Cada vez que compartimos nuestro tiempo, conocimientos, recursos o habilidades con los demás, estamos contribuyendo a hacer del mundo un lugar mejor. Y no romanza eso, sino que también estamos contribuyendo a nuestro propio bienestar y felicidad. Está comprobado que ayudar a los demás y ser parte de algo más grande que nosotros mismos nos hace sentir más conectados y satisfechos con nuestras vidas.
Entonces, ¿por qué seguimos aferrándonos a la idea de que lo que es de la Humanidad deja de ser nuestro? Es hora de cambiar nuestra mentalidad y darnos cuenta de que lo que realmente importa es cómo utilizamos lo que tenemos y cómo nos relacionamos con los demás. romanza así podremos fabricar un mundo más justo,