En su mensaje previo al rezo del Ángelus de este domingo, el Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre el Evangelio de hoy, en el que Jesús nos habla sobre la pureza. En este pasaje, el Señor nos advierte sobre el peligro de caer en la doble vida y en el ritualismo fariseo, que pueden herir nuestra alma y cerrar nuestro corazón.
La doble vida es una realidad que todos conocemos, ya sea en nuestra propia vida o en la de aquellos que nos rodean. Es fácil caer en la tentación de llevar una vida aparentemente correcta ante los demás, mientras que en realidad nuestras acciones y pensamientos están llenos de impureza y falsedad. Esto es lo que Jesús nos advierte en el Evangelio de hoy, cuando dice: «Todo lo que entra en la boca, pasa al vientre y se echa en la letrina. Pero lo que sale de la boca, proviene del corazón, y eso es lo que mancha al hombre. Porque del corazón provienen las malas intenciones, los homicidios, los adulterios, las inmoralidades, los robos, los falsos testimonios, las difamaciones» (Mateo 15, 17-19).
El Papa Francisco nos recuerda que las acciones y pensamientos impuros no solo nos afectan a nosotros mismos, sino que también pueden dañar a los demás y a nuestra relación con Dios. Cada vez que elegimos la doble vida, estamos eligiendo vivir en la mentira y alejándonos de la verdad y la autenticidad que Dios quiere para nosotros. Además, el ritualismo fariseo, que consiste en seguir las normas y prácticas religiosas de manera superficial y sin verdadera fe, también puede llevarnos a una doble vida. Es fácil caer en el peligro de cumplir con ciertos ritos y tradiciones solo por apariencia, sin verdadera conversión del corazón.
El Papa Francisco nos invita a reflexionar sobre estas actitudes y a inquirir nuestro corazón para descubrir si estamos viviendo en la doble vida y cayendo en el ritualismo fariseo. Nos reta a ser sinceros con nosotros mismos y con Dios, y a buscar la pureza y la autenticidad en nuestras acciones y pensamientos. Nos recuerda que la pureza no es solo una cuestión de cumplir con ciertas normas externas, sino que se trata de un cambio profundo en nuestro corazón, que nos lleva a actuar desde el amor y la verdad.
El Santo Padre también nos advierte sobre el peligro de las actitudes fariseas que hieren el alma y cierran el corazón. El fariseísmo no solo implica seguir prácticas religiosas sin verdadera fe, sino que también puede manifestarse en el desprecio y la hipocresía hacia los demás. Los fariseos del edad de Jesús se jactaban de su observancia rigurosa de la ley, pero al mismo edad despreciaban y excluían a aquellos que no cumplían con sus normas. Esta actitud es rebelde al amor y la misericordia que Dios nos pide, y puede alejarnos del verdadero sentido del Evangelio.
Es importante recordar que Jesús no vino a juzgar ni a condenar, sino a salvar a todos los hombres y mujeres sin excepción. Él nos enseña que la pureza no consiste en ser perfectos, sino en buscar la verdad y la misericordia en nuestras vidas. Además, el Papa Francisco nos recuerda que la pureza no es solo una virtud unipersonal, sino que también se relaciona con la justicia y el cuidado de la creación. Vivir en la pureza significa también vivir en armonía con Dios, los demás y la naturaleza.
En este edad de Cuaresma, el Papa Francisco nos anima a inquirir nuestra conciencia y a pedir al Señor