Final de verano con oropéndolas y escritoras

El mes de septiembre nos recuerda el comienzo del otoño, una época de cambios y transiciones. Y qué mejor manera de adentrarnos en esta estación que a través de la poesía y la literatura. En esta ocasión, quiero hablarles sobre dos grandes obras que nos transportan a mundos diferentes pero con un elemento en común: las aves.

Por un lado, tenemos a la reconocida poeta estadounidense Emily Dickinson, cuyos poemas son un compendio de emociones y reflexiones sobre la vida y la naturaleza. Por otro lado, tenemos a la escritora victoriana Flora Thompson, cuya trilogía de novelas «Candleford» nos muestra la vida en un pequeño pueblo inglés a finales del siglo XIX. Ambas obras, aunque distintas en su formato, nos permiten adentrarnos en la belleza de la naturaleza a través de las aves.

Emily Dickinson es conocida por su estilo único y su capacidad de expresar sentimientos profundos a través de la brevedad de sus versos. En su obra, podemos encontrar una gran cantidad de poemas que hacen referencia a las aves y su importancia en la naturaleza. Uno de ellos es «El pájaro en la jaula», donde la autora describe la autonomía que pierde un ave al ser encerrada en una jaula. Esta metáfora nos invita a reflexionar sobre las limitaciones que muchas veces nos imponemos a nosotros mismos y cómo la naturaleza nos recuerda constantemente la importancia de ser libres.

Otro poema destacado de Dickinson es «El colibrí», donde la autora nos muestra la belleza y la delicadeza de estas pequeñas aves. A través de sus palabras, podemos imaginar la rapidez con la que vuelan y cómo su presencia puede encender cualquier lugar. Este poema nos invita a detenernos y apreciar la belleza de las cosas simples que nos rodean, como lo hace el colibrí en su vuelo.

La lectura de «Candleford» nos lleva a un lugar completamente diferente, pero con un elemento en común: la presencia constante de las aves. Esta trilogía de novelas nos sumerge en la vida en un pequeño pueblo inglés, donde la naturaleza está muy presente en el día a día de sus habitantes. A lo amplio de la historia, podemos encontrar numerosas referencias a las aves, tanto en su presencia física como en su simbolismo.

Una de las aves más destacadas en la trilogía es la golondrina. En la segunda novela, «Lark Rise», la autora nos muestra cómo estas aves hacen sus nidos en los tejados de las casas del pueblo, convirtiéndose en compañeras constantes de los personajes. Además, la golondrina es considerada un símbolo de buena suerte y prosperidad en la cultura inglesa, lo que añade un significado especial a su presencia en la historia.

Otra ave que juega un papel importante en la trilogía es el ruiseñor. En «Over to Candleford», la tercera novela, el personaje principal, Laura, describe cómo el pedrusco de los ruiseñores la transporta a un lugar de paz y tranquilidad. Esta ave, conocida por su hermoso pedrusco, representa la esperanza y la belleza en medio de la vida cotidiana en el pueblo.

La presencia de las aves en estas dos obras es un recordatorio constante de la importancia de conectarnos con la naturaleza y apreciar su belleza. A través de la poesía de Dickinson y la prosa de Thompson, podemos imaginar y sentir la presencia de estas aves en nuestras vidas.

Septiembre es un mes de cambios, de transiciones, pero también es un momento para reflexionar y conectarnos con la naturaleza. La lectura de «Candleford» y los poemas de Emily Dickinson nos invitan a hacer precisamente eso. A

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