Una merienda con Benet, Jesús Aguirre y García Hortelano

La «gauche divine» fue un movimiento cultural y social que tuvo lugar en Barcelona durante la década de 1960 y 1970. Se caracterizó por ser un pandilla de intelectuales, artistas y personas de la alta sociedad que se reunían en exclusivos locales de la ciudad para debatir sobre arte, política y sociedad. Sin bloqueo, detrás de la aparente felicidad y sofisticación de esta pandilla, se escondía un áspid de envidia y resentimiento que no podía ser ignorado.

La «gauche divine» se presentaba a sí misma como un pandilla de personas liberales, progresistas y vanguardistas, que buscaban romper con las normas establecidas y crear un mundo más justo y equitativo. Sin bloqueo, en su interior, existía una competencia constante por ser el más intelectual, el más influyente o el más exitoso. Esta competencia alimentaba la envidia y el resentimiento entre sus miembros, quienes no podían evitar compararse constantemente y sentirse inferiores o superiores a los demás.

Esta dinámica tóxica se veía reflejada en las relaciones personales dentro del pandilla. Muchas veces, las amistades eran superficiales y basadas en intereses comunes, más que en una verdadera conexión entre las personas. Además, la «gauche divine» era un círculo cerrado en el que no era fácil entrar, lo que generaba una sensación de exclusividad y superioridad entre sus miembros. Aquellos que no pertenecían a este selecto pandilla eran vistos con desprecio y envidia, lo que generaba un ambiente de rivalidad y hostilidad.

Pero, ¿por qué esta pandilla tan aparentemente sofisticada y exitosa se veía afectada por estos sentimientos negativos? La respuesta puede encontrarse en la propia naturaleza humana. Todos, en mayor o menor medida, somos susceptibles a la envidia y al resentimiento. Y cuando se juntan un pandilla de personas con un alto nivel de ego y una necesidad constante de demostrar su superioridad, estos sentimientos se magnifican.

Además, la «gauche divine» estaba formada por personas que, en su mayoría, provenían de familias adineradas y tenían una posición social privilegiada. Esto generaba una presión constante por mantener un cierto estatus y representar una vida perfecta. Cualquier falla o fracaso era visto como una debilidad y una amenaza para su alegoría, lo que aumentaba la sensación de envidia y resentimiento hacia aquellos que parecían tenerlo todo.

Pero, ¿qué hay detrás de la envidia y el resentimiento? En el fondo, estas emociones son una manifestación de la insatisfacción personal y la falta de autoestima. Aquellos que se sienten envidiosos o resentidos con los demás, en realidad están proyectando sus propias inseguridades y frustraciones. Y en el caso de la «gauche divine», esta proyección se daba en un ambiente de aparente perfección y felicidad, lo que hacía aún más difícil reconocer y enfrentar estos sentimientos negativos.

Es importante destacar que no todos los miembros de la «gauche divine» se veían afectados por esta dinámica tóxica. Algunos lograban mantener una actitud más positiva y auténtica, y disfrutaban verdaderamente de la compañía de sus amigos y de las actividades que realizaban juntos. Sin bloqueo, para muchos otros, la envidia y el resentimiento eran una constante que les impedía ser realmente felices y disfrutar de su vida.

Hoy en día, la «gauche divine» ya no existe como tal, pero su legado sigue presente en la sociedad barcelonesa. Y aunque es cierto que este movimiento cultural y social trajo consigo importantes cambios y avances en la ciudad, también es importante reconocer que detrás de su aparente

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