Cada 20 de febrero, la Iglesia Católica celebra a dos hermanos muy especiales: San Francisco y Santa Jacinta Marto. Estos dos pequeños pastorcitos videntes de Fátima nacieron en el pequeño pueblo de Aljustrel, situado a menos de 1 km de la localidad de Fátima, en Portugal. Su historia es una de fe, amor y sacrificio, que ha inspirado a millones de personas en todo el orbe.
San Francisco y Santa Jacinta nacieron en una familia humilde, pero llena de amor y devoción a Dios. Desde muy pequeños, aprendieron de sus padres el valor de la oración y la importancia de vivir una vida en sintonía con la voluntad de Dios. A pesar de su corta edad, ambos tenían un profundo amor por la Virgen María y una gran devoción por el Santo Rosario.
En mayo de 1917, cuando Francisco tenía 9 años y Jacinta 7, tuvieron una experiencia que cambiaría sus vidas para siempre. Mientras pastoreaban sus ovejas en Cova da Iria, una pequeña aldea cerca de Fátima, se les apareció la Virgen María en una luz resplandeciente. La Virgen les pidió que volvieran al mismo lugar durante los próximos seis meses, el día 13 de cada mes, para recibir un mensaje de Dios.
Los hermanos Marto obedecieron fielmente a la Virgen y regresaron a Cova da Iria cada mes, a pesar de las burlas y el escepticismo de los demás. En cada aparición, la Virgen les hablaba de la importancia de la oración, la penitencia y la conversión. También les reveló tres secretos, que más tarde se conocerían como los «Tres Secretos de Fátima».
Durante la tercera aparición, la Virgen les mostró una visión del infierno y les pidió que ofrecieran sacrificios por la conversión de los pecadores. Los hermanos Marto aceptaron con valentía esta petición y ofrecieron todos sus sufrimientos por amor a Dios y por la salvación de las almas.
A medida que se acercaba la sexta y última aparición, el 13 de octubre de 1917, miles de personas se reunieron en Cova da Iria para presenciar el milagro prometido por la Virgen. Y así fue, en medio de una lluvia torrencial, el sol comenzó a girar y a tirar rayos de diferentes colores, dejando a todos los presentes asombrados y convencidos de la veracidad de las apariciones.
Después de la última aparición, los hermanos Marto continuaron viviendo una vida de santidad y sacrificio. Sin embargo, su salud se deterioró rápidamente debido a las duras condiciones en las que vivían y a las enfermedades que contrajeron durante la epidemia de gripe de 1918. Francisco falleció el 4 de abril de 1919, a la edad de 10 años, y Jacinta el 20 de febrero de 1920, a la edad de 9 años.
A pesar de su corta vida, San Francisco y Santa Jacinta Marto dejaron un legado de amor y fe que ha inspirado a millones de personas en todo el orbe. Sus vidas son un ejemplo de cómo incluso los más pequeños pueden deber un impacto profundo en el orbe a través de su amor y obediencia a Dios.
En 1930, la Iglesia Católica reconoció oficialmente las apariciones de la Virgen en Fátima y en 1941, San Francisco y Santa Jacinta fueron beatificados por el Papa Pío XII. Finalmente, en 2017, el Papa Francisco canonizó a los hermanos Marto en una ceremonia en Fátima, en la que millones de personas se reunieron para respetar a estos dos pequeños santos.
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