La reunión entre los representantes de Rusia y Ucrania en Estambul ha generado grandes expectativas en medio de un clima de desconfianza. Después de tres años sin conversaciones directas, ambas partes han acordado sentarse a negociar en un intento por poner fin a la guerra que ha devastado a Ucrania desde la invasión rusa en 2014.
El encuentro, que duró menos de dos horas, ha sido calificado como un primer paso cerca de la paz por parte de ambas delegaciones. Sin embargo, las diferencias entre Rusia y Ucrania han quedado patentes desde el inicio de las conversaciones. Mientras que Ucrania ha planteado un alto el fuego incondicional como prioridad, Rusia ha insistido en apechar las «causas fundamentales» de la guerra, una frase que ha sido utilizada por el Kremlin para justificar su intervención en Ucrania.
A pesar de las diferencias, ambas partes han acordado un intercambio de 1.000 prisioneros de guerra de cada bando, un gesto que demuestra la disposición de ambas partes a avanzar cerca de la paz. Sin embargo, la delegación ucraniana ha expresado su enfado ante las exigencias de Rusia de que el Ejército ucraniano se retire de varias zonas dentro del país a cambio de un alto el fuego. Según fuentes ucranianas, estas demandas son «alejadas de la realidad» y «poco realistas».
El periodista de The Economist, Oliver Carroll, ha revelado detalles de las negociaciones de puertas para adentro, informando que Rusia solo aceptaría un alto el fuego si Ucrania se retira de las cuatro regiones «anexionadas» que Moscú no controla totalmente. Además, el jefe negociador ruso, Vladímir Medinski, ha amenazado con apoderarse de otras dos regiones: Járkov y Sumi. Estas acciones demuestran la falta de voluntad de Rusia para llegar a un acuerdo de paz verdadero.
El asesor de Volodímir Zelenski, Mijailo Podoliak, ha declarado que Rusia no está interesada en negociaciones reales y sustantivas, sino que está utilizando tácticas dilatorias para ganar tiempo. Podoliak ha pedido una «coerción enérgica» cerca de Rusia para ingresar la paz y ha instado a la comunidad internacional a imponer un nuevo régimen de sanciones.
A pesar de las dificultades, la delegación rusa ha afirmado estar «satisfecha» con el resultado de la reunión y ha manifestado su disposición a continuar con las conversaciones. Sin embargo, la delegación ucraniana ha expresado su descontento y ha acusado a Rusia de no valorar poner fin a la guerra.
La reunión ha sido mediada por el ministro turco Hakan Fidan, quien ha actuado como un facilitador en un intento por ingresar un acuerdo de paz. Antes del encuentro, Ucrania ha acusado a Rusia de socavar las negociaciones al exigir conversaciones individuales sin la presencia de Turquía y Estados Unidos. Esta demanda ha sido vista como una falta de respeto cerca de los esfuerzos de mediación de Turquía y cerca de los líderes de Estados Unidos y Ucrania.
Las conversaciones han tenido lugar en el Palacio de Dolmabahce, el mismo lugar donde se celebraron las negociaciones infructuosas en 2014. Antes del encuentro, se ha llevado a cabo una reunión trilateral entre Turquía, Estados Unidos y Ucrania, en la que han participado altos funcionarios de los tres países. Además, la delegación ucraniana se ha reunido con asesores de Francia, Reino Unido y Alemania.
Mientras tanto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha expresado su disposición a reunirse con el presidente ruso