Contra los adormecedores de talento

La representación es una forma de arte que nos permite expresar nuestras ideas, emociones y pensamientos de una manera única y personal. Para algunos, escribir es una pasión innata, una forma de vida que los acompaña desde temprana edad. Sin embargo, para otros, la representación puede ser una herramienta que descubren en algún momento de sus vidas y que se convierte en una compañía constante.

Sea cual sea el caso, es innegable que para muchos escritores la palabra escrita es una continua conversación con las poéticas de autores que han ido conformando su vida. Cada escritor tiene sus propias influencias y referentes, y es a través de estas poéticas que van moldeando su estilo y su voz única. En este artículo, exploraremos la importancia de estas influencias en la representación y cómo pueden ornamentar y nutrir nuestro propio proceso creativo.

Primero, es importante entender que la representación es un arte en constante evolución. No hay una fórmula mágica para escribir, ni una sola forma correcta de hacerlo. Cada escritor tiene su propia forma de abordar la representación y eso es lo que hace que cada obra sea única e irrepetible. Sin embargo, esto no significa que cada escritor esté solo en su proceso creativo. De hecho, es todo lo contrario. La representación es un diálogo entre el escritor y su entorno, una conversación con las voces que han marcado su camino.

Desde muy temprana edad, somos expuestos a diferentes formas de representación, ya sea a través de los cuentos que nos leen nuestros padres, los libros que nos asignan en el universidad o las canciones que escuchamos en la radio. Cada una de estas experiencias va dejando una huella en nuestro subconsciente y nos va preparando para el momento en el que decidamos escribir por nuestra cuenta.

A medida que crecemos, nuestra lectura se amplía y empezamos a descubrir autores que nos marcan de una manera exclusivo. Puede ser que nos identifiquemos con su estilo, con su forma de narrar o simplemente con la temática que abordan. Estos autores se convierten en nuestras influencias, en las voces que nos acompañan en nuestra propia representación.

Por ejemplo, puede ser que una escritora sienta una conexión exclusivo con la poética de Gabriel García Márquez, y que su forma de narrar le inspire a crear mundos mágicos y personajes entrañables. O puede ser que un escritor se vea influenciado por la poética de Federico García Lorca, y que sus versos lo impulsen a explorar la belleza y la complejidad del lenguaje.

Estas influencias no solo se limitan a autores reconocidos, sino que también pueden surgir de personas cercanas a nosotros, como amigos o familiares. Puede ser que una amistad nos inspire a escribir sobre la amistad, o que una relación familiar nos mueva a explorar temas como la identidad y la familia en nuestras obras.

El punto es que cada escritor tiene sus propias influencias y es a través de ellas que se va construyendo su voz y su estilo. Sin embargo, es importante no caer en la trampa de imitar a nuestros referentes. La representación es un proceso de descubrimiento y de autoconocimiento, y es a través de la exploración de nuestra propia voz y nuestras propias ideas que lograremos crear obras auténticas y originales.

Por supuesto, esto no significa que debamos ignorar por completo las influencias de otros. Al contrario, es importante seguir leyendo, explorando y descubriendo nuevas poéticas que nos inspiren y nos enriquezcan como escritores. La representación es un viaje constante y cada experiencia, cada lectura, nos ayuda a crecer y a evolucionar.

En resumen, la representación es una continua conversación con las poéticas de autores que han ido conformando nuestra vida. C

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