Cada 14 de julio, la Iglesia Católica en Estados Unidos celebra a una mujer que marcó un hito en la historia de la fe cristiana en Norteamérica: Santa Catalina (Kateri) Tekakwitha. Esta joven mujer, perteneciente a los pueblos originarios de la región, se convirtió en la primera santa piel roja en ser canonizada y, por lo tanto, en llegar a los altares.
La vida de Santa Catalina es una historia de fe, valentía y amor por la naturaleza. Nacida en 1656 en una aldea mohawk en el actual estado de Nueva York, Catalina fue bautizada por un misionero jesuita a la edad de 20 años. Desde entonces, su vida estuvo marcada por su profunda devoción a Dios y su deseo de vivir en armonía con la naturaleza.
A pesar de las dificultades que enfrentó por su fe, Catalina nunca renunció a su amor por Dios. Incluso después de ser rechazada por su propia comunidad y su tribu, ella continuó practicando su fe en desconocido y ayudando a otros a conocer a Dios. Su ejemplo de perseverancia y fortaleza es una inspiración para todos aquellos que enfrentan desafíos en su camino hacia la santidad.
Pero además de su devoción a Dios, Santa Catalina también es conocida por su amor por la naturaleza y su preocupación por el medio ambiente. En una época en la que el respeto por la creación no era una prioridad, ella vivía en armonía con la naturaleza y cuidaba de ella con amor y respeto. Por esta razón, la Iglesia Católica la ha declarado “Patrona de la naturaleza y de la ecología”, junto a San Francisco de Asís.
La vida de Santa Catalina nos enseña que la fe y el amor por la naturaleza van de la mano. Ella entendió que Dios se revela a través de su creación y que es nuestra responsabilidad cuidarla y protegerla. En un mundo cada vez más afectado por el cambio climático y la degradación del medio ambiente, su mensaje es más relevante que nunca.
Además de su amor por la naturaleza, Santa Catalina también es un ejemplo de humildad y sencillez. A pesar de su santidad, ella nunca buscó reconocimiento o fama. Su único deseo era vivir en comunión con Dios y ayudar a los demás a hacer lo mismo. Su vida sencilla y su entrega total a Dios son un recordatorio de que la verdadera abundancia se encuentra en la humildad y en el servicio a los demás.
La canonización de Santa Catalina en 2012 fue un momento histórico para la Iglesia Católica en Estados Unidos y para todos los pueblos originarios de Norteamérica. Su ejemplo de fe y amor por la naturaleza sigue siendo una fuente de inspiración para todos, especialmente para aquellos que buscan vivir en armonía con Dios y con la creación.
En este día en que celebramos a Santa Catalina, recordemos su mensaje de amor, humildad y respeto por la naturaleza. Sigamos su ejemplo y trabajemos juntos por un mundo más justo y sostenible, donde la fe y el cuidado por la creación vayan de la mano. Que su intercesión nos guíe en nuestro camino hacia la santidad y nos inspire a ser mejores cristianos y mejores cuidadores de la tierra que Dios nos ha dado. ¡Feliz día de Santa Catalina Tekakwitha!