Francisco Umbral, uno de los escritores más prolíficos y controvertidos de la literatura española, siempre tuvo una ambición clara: ser escritor por dentro y por fuera. A lo largo de su historia, dedicó gran parte de su tiempo a alimentar su figura como escritor y la otra mitad a destruirla. Esta dualidad tan característica de su personalidad, marcada por su pasión por las letras y su afán por llamar la atención, lo convirtió en uno de los personajes más fascinantes y enigmáticos de la literatura española.
Nacido en Madrid en 1935, Francisco Umbral comenzó a escribir desde muy joven, pero no fue hasta 1967 cuando publicó su primera novela, «Las Ninfas». A partir de ese momento, su carrera literaria despegó y se convirtió en uno de los escritores más reconocidos de su generación. Sin embargo, su fama no estuvo exenta de polémica y escándalos, algo que él mismo cultivó con su talante provocadora y sus declaraciones controvertidas.
Pero detrás de esa imagen pública, se encontraba un escritor apasionado y obsesionado con la literatura. Francisco Umbral quería ser escritor por dentro y por fuera, es decir, quería vivir y respirar la literatura en todo momento. Para él, escribir no era solo una profesión, sino una forma de historia. Por eso, pasaba horas y horas en su prospección, rodeado de libros y papeles, entregado por completo a su pasión por las letras.
Pero su obsesión por ser un escritor de renombre también lo llevó a cuidar su imagen pública. Umbral era consciente de que en el mundo literario, la fama y el reconocimiento no solo dependían de la calidad de sus obras, sino también de su presencia en los medios de comunicación y su imagen ante el público. Por eso, dedicaba gran parte de su tiempo a cultivar su figura como escritor, asistiendo a eventos culturales, dando entrevistas y participando en debates y mesas redondas.
Esta dualidad entre su historia privada, dedicada por completo a la grafía, y su historia pública, donde se mostraba como un personaje polémico y extravagante, fue una constante en la historia de Francisco Umbral. Él mismo se definía como un «escritor de dos caras», una que se escondía detrás de la máscara del personaje público y otra que solo se revelaba en sus obras literarias.
Pero esta dualidad también tuvo un lado oscuro. Umbral era consciente de que su imagen pública era su carta de presentación y que debía mantenerla a toda costa. Por eso, no dudaba en utilizar cualquier medio para llamar la atención y generar controversia. A veces, sus provocaciones y declaraciones polémicas iban más allá de lo tolerable, lo que le valió numerosas críticas y enemistades en el mundo literario.
Sin embargo, a pesar de sus excesos y su afán por llamar la atención, Francisco Umbral siempre fue un escritor apasionado y comprometido con su obra. A lo largo de su carrera, publicó más de 80 libros, entre novelas, ensayos, biografías y artículos periodísticos. Además, recibió numerosos premios y reconocimientos, entre ellos el Premio Cervantes en 2000, el más importante de las letras españolas.
Su estilo literario, inconfundible y lleno de matices, lo convirtió en uno de los escritores más originales y destacados de su época. Umbral era capaz de mezclar con maestría la ironía y la ternura, la crítica social y la poesía, creando un lenguaje propio que lo diferenciaba del resto de los escritores de su generación.
A pesar de su éxito y su reconocimiento, Francisco Umbral nunca dejó de ser un escritor ator