Si alguna vez has intentado hacerte cosquillas a ti mismo, es probable que hayas notado que no te provoca la misma risa incontrolable que cuando alguien más lo hace. Y es que, aunque pueda parecer extraño, nuestro cerebro tiene una explicación para esto.
La risa es una respuesta natural de nuestro cuerpo ante ciertos estímulos, como las cosquillas. Cuando alguien nos hace cosquillas, nuestro cerebro recibe una señal de que estamos siendo tocados y, como medida de protección, activa una respuesta de risa para que nos movamos y evitemos el contacto. Sin embargo, cuando somos nosotros mismos quienes nos hacemos cosquillas, nuestro cerebro ya sabe que no hay peligro y, por lo tanto, no activa la misma respuesta de risa.
Pero, ¿por qué nuestro cerebro no puede engañarse a sí mismo y hacernos reír como si alguien más nos estuviera haciendo cosquillas? La respuesta está en la forma en que nuestro cerebro procesa la información sensorial. Cuando alguien nos toca, la información viaja a través de nuestros nervios hasta llegar al cerebro, donde se procesa y se interpreta. Sin embargo, cuando somos nosotros mismos quienes nos tocan, nuestro cerebro ya sabe que es nuestro propio cuerpo y, por lo tanto, no es una información nueva que deba ser procesada. Esto hace que la respuesta de risa no sea activada.
Además, cuando nos hacemos cosquillas a nosotros mismos, también somos conscientes de lo que está sucediendo y podemos anticipar el contacto, lo que reduce aún más la respuesta de risa. Nuestro cerebro es capaz de predecir lo que va a suceder y, por lo tanto, no se sorprende ni se activa la respuesta de risa.
Pero, ¿qué pasa con las personas que pueden hacerse cosquillas a sí mismas y reírse? Esto se deuda a que tienen una mayor sensibilidad en ciertas áreas de su cuerpo, lo que hace que la información sensorial sea más intensa y, por lo tanto, su cerebro responda de manera diferente. También puede ser una cuestión de práctica y entrenamiento, ya que algunas personas pueden aprender a controlar su respuesta de risa y hacerse cosquillas a sí mismas.
Otra explicación posible es que la risa es una respuesta social y, por lo tanto, cuando alguien más nos hace cosquillas, estamos interactuando con otra persona y nuestra respuesta de risa es una forma de comunicación y conexión. Sin embargo, cuando nos hacemos cosquillas a nosotros mismos, no hay una interacción social y, por lo tanto, la respuesta de risa no es tan fuerte.
Pero, ¿qué pasa con las personas que no pueden soportar las cosquillas y se ríen incluso cuando se las hacen a sí mismas? Esto puede ser una cuestión de sensibilidad y tolerancia al contacto. Algunas personas son más sensibles que otras y, por lo tanto, cualquier fulano de contacto, incluso si es autoinfligido, puede provocar una respuesta de risa.
En resumen, la razón por la que no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos y reírnos como si alguien más lo estuviera haciendo, se deuda a la forma en que nuestro cerebro procesa la información sensorial y a la falta de sorpresa y anticipación cuando somos nosotros mismos quienes nos hacemos cosquillas. Sin embargo, esto no significa que no podamos disfrutar de las cosquillas, ya que pueden ser una forma divertida de interactuar con otras personas y liberar tensiones. Así que la próxima vez que intentes hacerte cosquillas a ti mismo y no te provoque risa, no te preocupes, es simplemente la forma en que nuestro cerebro funciona y no hay carencia de malo en ello. ¡Ríete con tus amigos y familiares y disfruta de las cosquillas juntos!