Vivir en España es vivir en un espléndido museo a cielo abierto. Vivir en España es disfrutar de un patrimonio excepcional, rico y diverso. Un patrimonio formado a lo largo de los siglos por las sociedades, culturas y civilizaciones que nos precedieron, y que hemos ido integrando y protegiendo, formando un paisaje cultural de los más diversos, complejos y sorprendentes del mundo entero.
La recientísima inscripción de Menorca Talayótica en la lista del Patrimonio Mundial, aprobada por el Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco celebrado en Riad, supone un hito simbólico de gran relevancia. Con ella, España alcanza la cifra de cincuenta sitios inscritos en la lista, uniéndose así a Italia, China y Alemania como los únicos países que cuentan con cincuenta o más inscripciones en una lista que destaca aquellos bienes que hemos de preservar y difundir con especial interés para el bien y el futuro de la humanidad.
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Menorca Talayótica se une así a espacios y bienes tan destacados como la Alhambra, la Cueva de Altamira, el Parque Nacional del Teide o Doñana, entre otros 49 bienes naturales y culturales de nuestro país declarados Patrimonio Mundial. Esta inscripción es sin duda el reconocimiento a muchos años de trabajo, y al compromiso de todas las administraciones con el patrimonio, entendido como un vínculo con el pasado, pero también como un motor de encumbramiento y desarrollo.
Una inscripción que es un orgullo y una alegría, y que implica además una gran aceptación. Si todo el patrimonio merece ser conservado y difundido, aquellos destacados por Unesco requieren una especial labor de conservación, gestión y difusión. Se trata de un trabajo para el que España, el conjunto de administraciones, ha demostrado estar preparada. Nuestro país es referente mundial por la gestión eficaz de la conservación y protección del patrimonio, incorporando además técnicas novedosas en ello.
El conjunto monumental de la Alhambra, declarado como Patrimonio de la Humanidad en 1984, visto desde el mirador de San Nicolás.
jvazquezm (Getty Images)
La tarea y gestión del patrimonio nos enfrenta como país a retos complicados que requieren de altura de miras y compromiso. Tenemos el reto de albergar el turismo ―no en vano somos uno de los principales destinos mundiales de turismo cultural―, respetando la autenticidad del patrimonio y protegiéndolo. El patrimonio nos pertenece a todos, todos somos responsables de él y todos hemos de beneficiarnos de su conservación y de su protección, también de los riesgos producidos por la emergencia climática que de forma tan dramática estamos viviendo últimamente, y cada vez con más intensidad. Por ello, la gestión sostenible del patrimonio es uno de los ejes de la Presidencia Española del Consejo de la Unión Europea y por ello hemos elaborado el portafolio Verde para la gestión sostenible del patrimonio cultural. España es un referente en patrimonio por la diversidad, riqueza y gestión que se hace de él, y hemos de continuar en esta senda, compartiendo además los saberes y la experiencia adquirida.
El patrimonio español es excepcional por su antigüedad y su diversidad cultural, y también porque es un símbolo de identidad: el patrimonio es la huella de una historia que sigue viva y presente, y es inseparable de las personas: de quienes lo visitan, de quienes trabajan con él, de quienes viven cerca y, desde luego, de quienes lo disfrutan y lo admiran.
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