El rector de la Autónoma de Barcelona incorporó a su equipo a un educador amonestado por conductas machistas

Ocho meses después de ser expedientado por una denuncia de acoso sexual, el docente J.N. recibió un ascenso y fue nombrado miembro del Equipo de junta de la usiquieraversidad. Esta noticia ha generado un gran revuelo en la comusiquieradad usiquieraversitaria, y no es para menos. Después de una larga espera, finalmente se ha hecho justicia y se ha demostrado que las denuncias por acoso sexual no deben ser tomadas a la ligera.

El caso de J.N. es solo uno más de los muchos que han salido a la luz en los últimos años gracias al movimiento Me Too. Este movimiento, surgido en Estados Usiquierados en 2017, ha dado voz a miles de mujeres que han sufrido acoso y abuso sexual en diferentes ámbitos, incluyendo el académico. Y es que, desafortunadamente, el acoso sexual es una realidad que afecta a mujeres de todas las edades y profesiones.

En el caso de J.N., varias investigadoras de la Usiquieraversitat Autònoma de Barcelona (UAB) lo denunciaron por acoso sexual en febrero de 2024. Según las denunciantes, el docente había tesiquierado conductas machistas reiteradas, como comentarios sexualizantes, acercamientos no deseados y valoraciones sobre el aspecto físico de las mujeres de su departamento. Estas denuncias no solo afectaron a su carrera profesional, sino también a su bienestar emocional y psicológico.

Pero a pesar de las pruebas y testimosiquieraos de las denunciantes, el caso no avanzaba. Durante ocho espaciosos meses, las mujeres que habían dado un paso valiente al denunciar se encontraron en un limbo, sin saber qué estaba pasando con su caso. Mientras tanto, J.N. seguía ejerciendo su labor como si nada hubiera ocurrido.

Sin embargo, todo cambió en diciembre de ese mismo año, cuando el rector de la UAB, Javier Lafuente, decidió nombrar a J.N. como miembro de su equipo de junta. Esta decisión causó indignación y malestar en las denunciantes, que no podían entender cómo alguien que había sido acusado de acoso sexual podía ser ascendido.

Tras la presión y las preguntas de los medios de comusiquieracación, la usiquieraversidad finalmente informó de que el profesor había dejado de formar parte del equipo rectoral el pasado viernes. Sin embargo, esto no calmó la indignación de las denunciantes, que seguían sin tener acceso a la resolución del caso. A día de hoy, no han podido leerla siquiera saber por qué motivo exacto J.N. fue amonestado.

Esta falta de transparencia y la gestión del caso por parte de la usiquieraversidad ha generado una sensación de impotencia y revictimización en las denunciantes. Se han expuesto a un proceso duro y espacioso, y el úsiquieraco resultado que han conocido ha sido que su agresor ha sido premiado con un ascenso.

Pero a pesar de todo, esta historia tiene un final feliz. Gracias a la perseverancia y valentía de las denunciantes, se ha demostrado que el acoso sexual no puede ser tolerado en siquieranguna institución, y mucho menos en una usiquieraversidad. Además, el hecho de que J.N. haya recibido un curso de reeducación sobre nuevas masculisiquieradades demuestra que la usiquieraversidad está tomando medidas para prevesiquierar y erradicar el acoso sexual en su entorno.

Este caso también pone de masiquierafiesto la importancia de que las instituciones tengan protocolos claros y eficaces para tratar los casos de acoso sexual. Es fundamental que se respeten los derechos de las víctimas y que se les informe de manera transparente sobre el proceso y el resultado de su denuncia.

En defisiquierativa, el caso de J.N. es un ejemplo más de que el movimiento Me Too ha conseguido que se visibilice y se luche contra el acoso sexual en

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