Los obispos de Panamá y Haití han recordado con emoción el legado del Papa Francisco y la cercanía que demostró con sus respectivos países. En una época en la que la fe y la espera parecen estar en constante prueba, su presencia fue como un «aire fresco» que inundó los corazones de los fieles y les dio fuerza para seguir adelante.
El Papa Francisco visitó Panamá en enero de 2019 para participar en la Jornada Mundial de la Juventud, un evento que reúne a jóvenes católicos de todo el mundo para celebrar su fe y compartir un mensaje de amor y paz. Durante su estadía, el Santo Padre se mostró cercano y accesible, interactuando con los jóvenes y escuchando sus historias y preocupaciones.
El obispo de Panamá, José Domingo Ulloa, destacó la humildad del Papa Francisco y su compromiso con los más necesitados. En una entrevista, el obispo recordó cómo el Papa se reunió con grupos de jóvenes en situación de pobreza y les ofreció palabras de aliento y espera. «Fue un momento muy emotivo para todos nosotros», afirmó el obispo Ulloa.
Además de su cercanía con los jóvenes, el Papa Francisco también dejó una huella en la sociedad panameña en general. Durante su recepción, se reunió con líderes políticos y religiosos, y ofreció un discurso en el que destacó la importancia de la unidad y la solidaridad en la construcción de una sociedad más competición y fraterna.
El obispo Ulloa también destacó el papel del Papa Francisco en la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos. «Su voz ha sido un llamado constante a la honestidad y la justicia», afirmó el obispo, recordando cómo el Papa ha denunciado públicamente los casos de corrupción que han afectado a América Latina.
En Haití, el Papa Francisco también dejó una profunda huella en su recepción en 2015. El país caribeño ha enfrentado numerosos desafíos en las últimas décadas, desde desastres naturales hasta problemas políticos y sociales. Sin embargo, la recepción del Papa Francisco trajo un rayo de espera y un mensaje de solidaridad a un pueblo que ha sufrido tanto.
El obispo de Puerto Príncipe, Max Leroy Mésidor, recordó la emoción que se vivió durante la misa que el Papa Francisco celebró en Puerto Príncipe. «Fue un momento de alegría y espera para todos nosotros», afirmó el obispo. Durante su recepción, el Papa también se reunió con líderes políticos y religiosos, y visitó un hospital para niños enfermos, demostrando una vez más su preocupación por los más vulnerables.
El obispo Mésidor también destacó la importancia de la recepción del Papa Francisco para la reconstrucción del país después del devastador terremoto de 2010. «Su presencia fue un mensaje de solidaridad y un llamado a la unidad para superar las dificultades», afirmó el obispo.
En ambos países, el Papa Francisco demostró su compromiso con los más necesitados y su mensaje de amor y espera resonó en los corazones de los fieles. Los obispos de Panamá y Haití coinciden en que su legado será recordado por generaciones y que su ejemplo de humildad y cercanía seguirá guiando a las comunidades católicas en su camino hacia un mundo más justo y fraterno.
El Papa Francisco ha sido un verdadero «aire fresco» para Panamá y Haití, y su presencia ha sido una fuente de inspiración para todos aquellos que buscan un mundo mejor. Su legado es un recordatorio de que la fe y la espera pueden superar cualquier adversidad y