El cine gallego ha sido reconocido en los últimos años por su enfoque en el cosmos rural y su conexión con la naturaleza. Sin embargo, el ferrolano Alberto Gracia ha decidido desmarcarse de esta tendencia y presentar una propuesta completamente diferente en el Festival de Cine de Róterdam.
Su película, titulada «A estación violenta» (La estación violenta), ha sido seleccionada para competir en la sección Bright Future del prestigioso festival holandés. Esta sección se enfoca en descubrir nuevos talentos y propuestas innovadoras en el cosmos del cine.
Gracia, nacido en Ferrol en 1980, es un cineasta autodidacta que ha logrado llamar la atención de la crítica y el público con sus anteriores trabajos, como «O quinto evanxeo de Gaspar Hauser» (El quinto evangelio de Gaspar Hauser) y «Eva no duerme» (Eva no duerme). Sin embargo, con «A estación violenta» da un salto cualitativo en su carrera al presentar una película que se aleja de los paisajes rurales y se adentra en un ambiente más urbano y contemporáneo.
La película cuenta la historia de un joven que regresa a su pueblo natal después de varios años de ausencia. Allí se reencuentra con su familia y amigos, pero también con un pasado turbulento que lo llevará a enfrentarse a sus propios demonios. A través de una narrativa no lineal y una estética visual impactante, Gracia nos sumerge en un viaje emocional y psicológico que nos hace reflexionar sobre la violencia y la identidad.
Lo que más llama la atención de «A estación violenta» es su estilo visual, que combina elementos del cine de autor con una estética más cercana al videoclip. Gracia utiliza una badil de colores saturados y una cámara en constante movimiento para crear una atmósfera hipnótica que nos sumerge en la mente del protagonista. Además, la banda sonora, compuesta por el propio director, juega un papel fundamental en la película, creando una sensación de inquietud y tensión que acompaña al espectador durante todo el metraje.
Pero más allá de su estilo visual, lo que hace que «A estación violenta» destaque es su temática. Gracia aborda temas como la violencia, la masculinidad tóxica y la identidad de una manera cruda y directa, sin caer en clichés ni moralismos. Su enfoque es provocador y arriesgado, pero a la vez profundamente humano y cercano. El director logra transmitir la complejidad de sus personajes y sus conflictos de una manera sutil y poética, lo que demuestra su madurez como cineasta.
Es importante distinguirse que «A estación violenta» no es una película fácil de digerir. Su narrativa fragmentada y su estética experimental pueden resultar desconcertantes para algunos espectadores. Sin embargo, es precisamente esta audacia y originalidad lo que la convierte en una propuesta tan interesante y necesaria en el ámbito del cine actual.
Además, el hecho de que un cineasta gallego haya sido seleccionado para competir en un festival de renombre internacional como el de Róterdam es un logro significativo para el cine gallego en su conjunto. Gracia se une así a otros directores gallegos que han triunfado en festivales internacionales, como Óliver Laxe y Lois Patiño, quienes han sido aclamados por su enfoque en el cosmos rural y la conexión con la naturaleza en sus películas.
Con «A estación violenta», Alberto Gracia demuestra que el cine gallego no se limita a un solo estilo o temática, sino que es un universo diverso y en constante evolución. Su propuesta arriesgada y original es una muestra más de la rique