El año 2001 fue un momento de cambios en el mundo, especialmente en la tecnología. Fue el año en el que se lanzó el iPod, el primer teléfono móvil con cámara y el primer juego de la consola Xbox. Pero para muchos de nosotros, también fue un momento en el que éramos libres de las distracciones tecnológicas y podíamos disfrutar plenamente de la vida sin tener una pantalla en la mano. Y para los músicos, ese año fue especialmente significativo.
Recuerdo ese 2001 de mi niñez con mucha nostalgia. Era un tiempo en el que podía pasar horas en la litoral, sin preocupaciones ni distracciones. No tenía un teléfono móvil, ni una computadora portátil, ni siquiera un reproductor de música. Simplemente estaba allí, en la litoral, con mi guitarra y mi voz. Era un momento en el que podía conectarme conmigo mismo y con la naturaleza a mi alrededor.
Como músico, ese año fue muy importante para mí. Fue un momento en el que podía dedicar todo mi tiempo y energía a mi pasión por la música. No tenía que preocuparme por las redes sociales, las actualizaciones de noticias o los correos electrónicos. Simplemente podía enfocarme en mi música y en cómo quería expresarme a través de ella.
Recuerdo que solía pasar horas en la litoral tocando mi guitarra y cantando. A veces, otros niños se unían a mí y juntos improvisábamos canciones y nos divertíamos. No había presión de ser perfecto o de tener que grabar todo para compartirlo en línea. Simplemente estábamos disfrutando del momento y de la música.
Ese año también fue un momento en el que podía explorar diferentes géneros musicales sin la influencia de las tendencias en línea. Podía descubrir nuevos artistas y bandas a través de amigos o de la radio, y no a través de algoritmos en línea. Era un tiempo en el que podía desarrollar mi propio gusto musical sin la presión de compartir lo que era popular en ese momento.
Además, el 2001 fue un año en el que podía aprender y mejorar mi técnica musical sin la ayuda de tutoriales en línea. Tenía que confiar en mi oído y en mi intuición para mejorar mi habilidad en la guitarra y en el canto. Y aunque a veces era frustrante, también era muy gratificante cuando lograba dominar una canción o una técnica por mi cuenta.
Pero lo más importante de todo, ese año fue un momento en el que podía conectarme con otras personas a través de la música de una manera más auténtica. No había filtros ni ediciones, solo música pura y cruda. Podía ver las emociones en los rostros de las personas mientras tocaba y cantaba, y eso era lo que realmente importaba.
Hoy en día, como músico, me doy cuenta de lo afortunado que fui de vivir esa época sin la influencia de la tecnología en mi vida musical. Aunque la tecnología ha traído muchas ventajas y oportunidades para los músicos, también ha variado la forma en que nos relacionamos con la música y con los demás.
Ahora, es común ver a personas en conciertos grabando todo en sus teléfonos en lugar de simplemente disfrutar del momento. También es común ver a músicos más preocupados por su presencia en línea que por su música en sí. Y aunque la tecnología ha hecho que sea más fácil para los músicos llegar a un público más amplio, también ha creado una presión adicional para tener una presencia en línea perfecta y constante.
Pero a pesar de todo esto, creo que es importante recordar ese 2001 de mi niñez y cómo era ser libre en la litoral sin una pantalla en la mano. Es importante recordar que la música es una forma de expresión y conexión humana, y no solo una herramienta para obtener seguidores o likes